Junio 2008
Nuestras manos se tienden como alas para emprender el vuelo.
Distantes de nuestro cuerpo, aéreas, significativamente pequeñas ante la inmensidad del cielo.
Nuestras manos tejen palabras, colocan los puntos y las líneas en el plano de nuestra espalda... luego la mirada, el silencio que viene antes del rescate de nuestras almas.
Nos desprendemos del suelo, nos vamos alejando hacia la imposible vastedad de un cuerpo sin miedo, sitiado por ese otro que nos ha invitado al vuelo.
Nuestras manos se tienden como alas para emprender el vuelo.
Distantes de nuestro cuerpo, aéreas, significativamente pequeñas ante la inmensidad del cielo.
Nuestras manos tejen palabras, colocan los puntos y las líneas en el plano de nuestra espalda... luego la mirada, el silencio que viene antes del rescate de nuestras almas.
Nos desprendemos del suelo, nos vamos alejando hacia la imposible vastedad de un cuerpo sin miedo, sitiado por ese otro que nos ha invitado al vuelo.
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