Mayo 2007 Desde entonces comenzaste a doler, con ese escalofrío en la columna, te fuiste yendo, despacio, sin el exabrupto del tiempo. Recuerdo el principio, nunca quería pensar en el final, aun la semana pasada pedía silencio a mi mente para no pensarlo, como si pudiera exorcizarlo de mi mente, de mis manos, de mi cuerpo. Pero no, el final comenzó a avanzar por nuestras palabras, sin darnos cuenta, nos despedíamos con la mirada, y entonces no pudimos retenernos, a pesar del amor, del tiempo, del recuerdo tangible en los laberintos que fuimos trazando en nuestro cuerpo, a pesar de ti y de mi, nos fuimos haciendo silencio. Hablamos, pedimos tiempos, pedimos partirnos el corazón, lastimarnos con nuestros silencios, quedarnos solos con los recuerdos; pedimos hacernos daño sin sentido. Y luego, nada, te vas, me quedo; me voy, te quedas, nos dividimos la culpa, el dolor, la incertidumbre, en nombre de la equidad nos hemos hecho daño ambos, nos dolemos, nos sentimos,