Para conocer un lugar hay que escuchar sus sonidos, tocar sus texturas, sentir en el viento los distintos olores que despertarán las estampas de la memoria, pero sobre todo, no es posible tener una impresión precisa de un sitio si no se han probado sus sabores, en Sudáfrica es necesario ausentarse un poco de la vorágine de los Fast food inherentes a toda aglomeración internacional, salir de las inevitables trasnacionales del consumo alimenticio y poder sentir un poco de los sabores locales.
Sudáfrica tiene un sabor fuerte como la naturaleza de su gente, sabe a carne condimentada, a pimienta sobre cordero y a pollo sobre las brasas, acompañados de pasta de harina de arroz con salsas agridulces y cebollas; sobre el pesado sabor de la carne flotan esas salsas dulzonas que dan un respiro al paladar, y al lado de los platos lo mismo podemos encontrar las universales papas a la francesa que exóticos purés hechos de plátano frito o calabaza.
En las calles, mujeres con coloridos pañuelos sobre el pelo ofrecen frutas a los paseantes, abren con sus manos las suaves pulpas y llenan de olores cítricos el aire; lo mismo en los paradores de carretera que en las tiendas de conveniencia, hay aparadores llenos de hojaldes y pays rellenos de guisos salados de carne de codorniz, de res o carnero, de pollo enchilado o con champiñones. La intensidad del condimento nos invita a mirar las facciones fuertes de las mujeres que nos sirven la mesa, sus brazos torneados por el trabajo, pero al probar las dulces salsas y las guarniciones de plátano y calabaza, sentimos la calidez de sus sonrisas, el suave sabor de sus amables miradas.
Pero si hay algo que realmente deba saberse de estos sitios es la excelente manufactura de sus vinos, de precios exageradamente amables, son ligeros, finos, de colores profundos que nos evocan ese mar que toca las orillas de la región vinícola, pero antes que el vino, hay una bebida que es imposible pasar desapercibida, por estas tierras es común encontrar en todas las tiendas, envasado por dos o tres marcas distintas, jugo de granada, rojo, cítrico, exótico para nuestros paladares ajenos. Son muchos los que le temen a los sabores desparpajados por las calles de Sudáfrica y la mayoría se irán sólo alimentados por hamburguesas del conocido patrocinador mudialista, otros, los menos, arriesgamos la seguridad del estómago a cambio de las sensaciones nuevas.
Sudáfrica tiene un sabor fuerte como la naturaleza de su gente, sabe a carne condimentada, a pimienta sobre cordero y a pollo sobre las brasas, acompañados de pasta de harina de arroz con salsas agridulces y cebollas; sobre el pesado sabor de la carne flotan esas salsas dulzonas que dan un respiro al paladar, y al lado de los platos lo mismo podemos encontrar las universales papas a la francesa que exóticos purés hechos de plátano frito o calabaza.
En las calles, mujeres con coloridos pañuelos sobre el pelo ofrecen frutas a los paseantes, abren con sus manos las suaves pulpas y llenan de olores cítricos el aire; lo mismo en los paradores de carretera que en las tiendas de conveniencia, hay aparadores llenos de hojaldes y pays rellenos de guisos salados de carne de codorniz, de res o carnero, de pollo enchilado o con champiñones. La intensidad del condimento nos invita a mirar las facciones fuertes de las mujeres que nos sirven la mesa, sus brazos torneados por el trabajo, pero al probar las dulces salsas y las guarniciones de plátano y calabaza, sentimos la calidez de sus sonrisas, el suave sabor de sus amables miradas.
Pero si hay algo que realmente deba saberse de estos sitios es la excelente manufactura de sus vinos, de precios exageradamente amables, son ligeros, finos, de colores profundos que nos evocan ese mar que toca las orillas de la región vinícola, pero antes que el vino, hay una bebida que es imposible pasar desapercibida, por estas tierras es común encontrar en todas las tiendas, envasado por dos o tres marcas distintas, jugo de granada, rojo, cítrico, exótico para nuestros paladares ajenos. Son muchos los que le temen a los sabores desparpajados por las calles de Sudáfrica y la mayoría se irán sólo alimentados por hamburguesas del conocido patrocinador mudialista, otros, los menos, arriesgamos la seguridad del estómago a cambio de las sensaciones nuevas.
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