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A Luis, en su cumpleaños

Pasa que los trenes nos abandonan en un lugar preciso, que se van en su escándalo de orgullosos rieles y nos dejan acompañados de extraños en la soledad de los andenes. Sucede entonces, la mirada exacta, el camino que es el mismo, une rutas y nos engancha las pisadas, encallamos en el mismo puerto y vimos faros en nuestros ojos de desconocidos inciertos. Luego, las charlas largas, los abrazos de los encuentros, los abandonos de nuevo y los desencuentros, ahí en todo, se nos fue cocinando el afecto, se nos hizo grande la esfera del querernos tanto, tan a nuestras anchas, con esas mismas ganas con que se corre al mar a penas se pisan las primeras arenas de las playas.

Guardo mis afectos como boletos de tren para recordar los trayectos, en el olvido de los bolsillos de pantalones viejos, entre los libros que hace tanto ya no leo, para que un día, en los esfuerzos del aseo, me sorprendan a la vuelta de la esquina los mejores recuerdos; pero hay algunos boletos que hago la trampa de seguirlos usando para un viaje y otro y el que le sigue, hasta donde más se pueda, tickets con los que puedo engañar al boletero, algunos de esos que tienen la magia de siempre, a pesar de los años, de tantos y tan diferentes trayectos, aun así siguen sirviendo para invitarnos al viaje, al vuelo, a las sonrisas y los sueños.

La noche en que nos conocimos nos gastamos de a gratis un boleto de metro, y en el abandono del andén, ganamos a cambio el viaje largo de hermanarnos en el naufragio, a mareas altas que nos han dejado sin aliento en alguna isla lejana, a oleadas calmas que nos acarician la espalda, que nos reconfortan con palmaditas los largos cansancios. A las tormentas de nuestros días, les hemos hallado entre nuestros abrazos alguna calma, ah y a las alegrías, dulces gaviotas desparpajadas, las hemos dejado anidar por todas nuestras orillas, picotear en nuestros labios para pescarnos las sonrisas.

Cumples años, muchacho guapo, guerrero de las batallas que ya iremos librando, un años más que se nos acumula en las líneas de las manos, que nos hace grandes, viajeros de los trayectos que nosotros mismos nos trazamos. Te me haces grande para abrazarme, te me llenas de un año más de vida para que tengamos siempre más que contarnos. Cumples años Luis, y haré una pequeña tormenta en tus orillas sólo por el placer de subir hasta tu cuello las mareas de mis abrazos.

Comentarios

  1. los años... registro de los pasos dados rutas que nos han formado y nos encaminan a seguir formándonos...

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