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Amanece tarde

Entonces sucede que te levantas con los ojos de un color distinto; de profundidades oceánicas, insondables. Te miras adentro y te detienes en el suave silencio de tus sueños.

Cierras los ojos.

Con las palmas hacia el cuerpo, acaricias el amor reciente en tus dedos; un calor tan largo como tus brazos y tus piernas que se extienden, que se recorren con la memoria del tacto ajeno.

Los brazos como almohada.

Sujeto al compromiso por las sortijas de su pelo.

Caricias lentas.

Sueños.

Luego…

La mirada del otro para contarte tus propios secretos; para mostrarte lo que no notas de tu cuerpo, en el disfrute y el andar diario hay cosas que se te van descubriendo: sonrisas lejanas de tus primeros recuerdos.

Y la tarde transcurre con los sonidos de estos tiempos, historias perpetuas de seducción y deseo. Pájaros y hombres sin dueño despiden al sol, ellos mismos se van extinguiendo.

Comentarios

  1. este si es un derroche de erotismo y sensualidá, aunque lo siento un poco cercano a un escrito con naterioridad ya publicado aquí mismo

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