Ir al contenido principal

Canción de silencio para noches despiertas

Montada en la estrella,
La nube que vuela
Ilumina y contiene
Misterios de nieve

De noches con brillo
Oscuros recuerdos
Le quedan al grillo
De cantos austeros

La lluvia se enfría
Congela los huesos
De gente sombría,
Carencia de besos

Cubierta en la sombra
La niña que mira
Se calla y se asombra
Pensando en la ira

Qué ojos los suyos
Carentes de vida
Apenas murmullos
De una luz muy fría

Pequeña despierta
No abras la puerta
Que el mundo no es cielo
no hay aire para nuestro vuelo.

Comentarios

  1. creo que en el verso de qué ojos, el final quedaría mejor fría, curiosamente rima más que helada...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No me descarto

Descarto, por perecederas, todas las ideas con las que no se pueda jugar, no soporto su quietud, sus caras largas, aburridas de su estática, tristes de ser tan siempre las mismas; prefiero a esas que vienen envueltas en paquetes que hacen ruiditos, cajas poliédricas que nos engañan con sus aristas y nos sacan sorpresas a cada vuelta de esquina, esas que aun cuando ya es tiempo de ir a la cama, se quedan murmurando en algún rincón de la recámara para acompañar la inquietud de nuestros sueños de infancia. Creo en el juego con una fe de gallinita ciega, dando tumbos con las manos y las sonrisas extendidas al frente. Alguna vez le he dicho a alguien que cuestionaba mi método del juego a ultranza que la diferencia entre el juego y "la vida" como se suele ver, es la diversión, no la falta de seriedad, ni de compromisos: los juegos son muy serios, tienen reglas, se respetan códigos y tienen su propia ética, en los juegos se pone las manos para ser quemadas si así se requiere, se emp...

Sobrada la euforia, insuficiente la infraestructura

Era verde, brillante, vibrante, el estadio Peter Mokaba de Polokwane fue una fiesta mexicana de mariachis, guerreros aztecas y luchadores, el tricolor de la afición nacional inundó el paisaje africano, oleada tras oleada, en una marea que subió con el atardecer y se sobrepuso al frío de la noche, se hizo grande a cada pase, al dominio del balón por la escuadra nacional le siguieron los gritos de júbilo, los festejos irrefrenables. El primer tiempo nos calentó los ánimos, minuto a minuto de los primeros cuarenta y cinco nos fuimos creciendo, hasta tocar casi con la punta de la lengua esa gloria que nos estábamos ya mereciendo. El estadio rugía, ni baile, ni coro, ni sonoridad de vuvuzela, lo que vivía en esa noche helada era el grito de la urgencia. Nos fuimos sedientos al medio tiempo, la calma de la espera nos recordó el frío de los -5º que estábamos viviendo. Y luego el gol, trueno de victoria, las banderas se fueron al cielo, en un abrazo nos hicimos hermanos, pero no nos detuvimos,...

Cuatro los tiempos

Sequias anidan largos los tiempos veredas que guian memorias del cuerpo Avanzo por Africa territorios negros trenes que dilatan al futuro incierto Del cielo en parvada aereos alientos garganta salada pasados secretos Abandono palabras por no decir lo cierto verdades cortadas por afilados misterios