La vida, estos días, estos años recientes, todos siguiéndose uno de la mano del otro, acumulando acontecimientos, sorpresas, pequeños guiños de los labios que maduran en sonrisa; se extienden sobre mis manos, me muestran el avance de las líneas, me hacen imposible decirle que no a la vida, sus suaves tentaciones, la sensación de peligro de cada una de nuestras decisiones, la inercia, la comodidad incluso, o la indefinición con todas sus complejidades, han sabido llevarme por lugares impensables, y luego devolverme a lo cotidiano, al hacer del día a día. Hago recuentos y me sonrío, me alegro de ser esta misma que roba la fruta de los árboles que maduran por las orillas de las fincas, que se desbordan de las cercas, alargan sus ramas al alcance de la tentación de las niñas, siempre con ganas de dulce en la punta de la lengua, siempre dispuestas a la travesura. He sido esa niña, me he llenado la boca de tamarindos maduros y mangos verdes con sal en los veranos de mi infancia, aun lle...